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miércoles, 15 de noviembre de 2023

  ¿Qué ves cuando me ves? ¿Qué veo cuándo me veo?


Una vez terminado el trabajo realizado en la primera actividad, para seguir reflexionando sobre la construcción de la identidad, la belleza, y la imagen; sugerimos profundizar en un tema en particular, en este caso: La exposición de la imagen a través del tiempo. 


Para llevar adelante la actividad proponemos trabajar con el autorretrato. 

Preguntas: 

  • ¿Qué son los autorretratos? 

  • ¿Para qué los usamos? 

  • ¿Para quien/es? ¿Qué mostramos? 

  • ¿En qué tiempo se crearon los autorretratos? ¿De qué manera lo hacemos hoy en día? 

  • ¿Cómo es la imagen de un autorretrato? ¿Qué se busca por medio del mismo? 

Se les comparte la siguiente información con lxs estudiantes en cuanto al autorretrato:

La invención del autorretrato a inicios del renacimiento estuvo ligada a cuestiones de estatus. En los siglos XV y XVI la posición social de un individuo dependía de su conocimiento u ocupación. Socialmente, la ocupación se valoraba conforme a la proximidad o distancia que mantenía respecto al trabajo físico. Todas las aptitudes susceptibles de ser aprendidas estaban clasificadas como “liberales”(intelectuales) o “mecánicas” (manuales o físicas), y entre éstas últimas figuraban las artes visuales. 


El gran empeño de los artistas del Renacimiento fue demostrar que la suya era una actividad liberall y no mecánica, acreedora del reconocimiento social reservado a disciplinas intelectuales como la poesía o la retórica. Ello explica su renuncia a mostrarse en sus autorretratos pintados o rodeados de los enseres propios de su oficio y énfasis, por el contrario, en presentarse con un atavío y una actitud que proclamara la nobleza de su ocupación y, cuando las circunstancias lo permitían, también la prosperidad alcanzada por su desempeño. Solo a finales del siglo XVI los artistas tuvieron suficiente confianza en su posición social como para reconocer que el caballete, la paleta y el pincel eran atributos que podían reivindicarse con orgullo.


No hay autorretrato sin espejo, pero rara vez los artistas utilizaron este únicamente para ver su imagen reflejada. El espejo permite al pintor especular con la esencia misma del retrato su capacidad para captar la realidad, brindándole múltiples posibilidades formales expresivas, desde la distorsión de la imagen a brillantes juegos ilusionistas que apelaban a la complicidad del espectador.

Fragmento del catálogo de la muestra El retrato del renacimiento - Fuente: https://www.museodelprado.es/actualidad/exposicion/el-retrato-del-renacimiento/132673d0-1dd3-4546-8256-e97cf0d8884

Actividad:

En esta oportunidad trabajaremos con pequeños espejos, al ser espejos de pequeño porte nos lleva a observar en detalle con un cuadro cerrado una fracción de nuestro rostro.

Con materiales variados (acuarelas, pinturas, lápices, carbonillas, papel), comenzaremos a observar e intentar retratar esas partes de nuestros rostros, con diferentes gestos, de diferentes ángulos.

Luego de esta primera instancia, en esas múltiples representaciones de ellxs, deberán poner en palabras, cosas que los identifique y/o caracterice, sean físicas o sobre su personalidad, que inviten a la introspección y a (re)conocernos. 

  • ¿Qué te hace ser quien sos? 

  • ¿Cómo me identifico, qué me caracteriza?

  • ¿Cómo y quién soy? 

  • ¿Qué veo al ver mi reflejo? ¿Me agrada? ¿Reflejo lo que siento? 

  • ¿Me agrada lo que veo, me agrada quien soy y cómo soy?

  • ¿Qué me gustaría cambiar, y por qué? ¿Seguiría siendo yo al cambiar aquello que veo?

 Luego de esta actividad, a modo de cierre de esta segunda etapa, compartirán, quienes se animen, a mostrar sus producciones y a mencionar qué los identifica, por dentro y por fuera. 

  • ¿Cuánto conocemos de nuestra imagen? 

  • ¿Cuán acostumbrados estamos a mirar nuestro rostro? 

  • ¿Qué vemos cuando nos enfocamos en una mínima fracción de nuestro rostro?

  • ¿De qué manera es más fácil o familiar retratarnos? 

  • ¿Cómo son las expresiones de nuestro rostro?